Metafísica en la era de Acuario

lunes, diciembre 5

QUINTA LUZ

mágen del sitio de uso póblico
EL YO SUPERIOR Y EL YO INFERIOR EN EL SER HUMANO
Los seres humanos estamos constituidos por varios cuerpos o planos de energía: el cuerpo físico, etérico, astral, mental, el alma y el espíritu.
El cuerpo físico es la materia densa constituida por nuestra carne, huesos, arterias, venas, etc. El cuerpo etérico está formado por una energía más sutil, cuya frecuencia, en vibraciones por segundo, es superior a la de nuestro cuerpo físico. En este cuerpo están ubicados nuestros siete chakras, que son vórtices de energía que reciben desde el cosmos y el universo a siete diferentes energías cósmicas. Estos chakras pueden estar abiertos, o cerrados, o parcialmente abiertos, para que reciban y a su vez irradien estas fuerzas cósmicas. Estas fuerzas cósmicas son las energías de primer rayo (poder o voluntad), segundo rayo (amor y sabiduría), tercer rayo (inteligencia activa o adaptabilidad), cuarto rayo (armonía a través del conflicto), quinto rayo (ciencia o conocimiento concreto), sexto rayo (devoción e idealismo) y séptimo rayo (ritual o magia ceremonial).
Si la persona lleva una vida espiritual y desarrolla sus virtudes (amor, altruismo, humildad, etc.) va a ir abriendo cada vez más sus siete chakras a la recepción de las siete energías cósmicas, y su aura (campo electromagnético alrededor de su cuerpo físico) será cada vez mayor y luminosa atrayendo más salud, buenas vibraciones, paz y mayor evolución a su vida.
Si la persona lleva una vida no-espiritual y desarrolla sus defectos (odio, egoísmo, orgullo, etc.) va a ir cerrando cada vez más sus siete chakras a la recepción de las siete energías cósmicas, y su aura será cada vez menor y obscura atrayendo más enfermedades, malas vibraciones, angustia y poca evolución a su vida.
En el cuerpo etérico están los archivos akásicos, donde coexiste el pasado, el presente y el futuro de cada persona.
El cuerpo astral está formado por los sentimientos y emociones del pasado y presente de cada persona.
El cuerpo mental está constituido por los pensamientos del presente y del pasado de cada persona.
Los conceptos de alma y espíritu fueron considerados en la “PRIMERA LUZ”.
El Yo Superior está formado por nuestra alma y espíritu, constituyendo a la divinidad en nuestro interior, también es la Magna Presencia YO SOY, el Dios Inmanente, es la VIDA misma que le da el movimiento a nuestro cuerpo físico. Para acceder al Padre o espíritu dentro de nosotros mismos debemos hacerlo a través del Hijo, el Cristo Interno, que es nuestra propia alma, mediante la llave del amor espiritual. El amor es la llave mágica que nos comunica con nuestra propia divinidad en nuestro interior.
Recordemos las palabras de Nuestro Señor Jesucristo: “De nada le sirve al hombre tener todo el oro del mundo, si no tiene amor”. Sin amor no podemos conectarnos con nuestra propia divinidad. Por eso el Cristo le da tanta importancia al amor espiritual.

El Yo Inferior está constituido por nuestra personalidad, es decir, nuestros pensamientos (cuerpo mental), sentimientos y emociones (cuerpo astral) y acciones de nuestro cuerpo físico.

La persona que está en el camino espiritual, que está evolucionando, que se está unificando a su divinidad interna (y también a su divinidad externa o Dios trascendente mediante la ley de correspondencia: como es en el microcosmos es en el macrocosmos) es aquella en la cual su Yo Superior gobierna, ordena y manda a su Yo Inferior, quien se somete a su divinidad. La voz de nuestra conciencia es el mensaje directo de nuestro Cristo Interno, por lo tanto, siempre debemos obedecer a esta voz.
La persona que no está en el camino espiritual, que está involucionando, en la que sus defectos (ira, orgullo, odio, etc.) priman en su vida diaria es aquella en la cual su Yo Inferior gobierna, ordena y manda a su divinidad o Yo Superior.
Cotidianamente, en nuestra vida diaria nos vemos siempre enfrentados a discernir frente a situaciones comunes, en las que nuestro Yo Inferior intenta predominar en las decisiones que tomemos, por ejemplo, si chocamos en la calle con otra persona nuestro Yo Inferior nos puede hacer reaccionar airadamente y llevarnos a una innecesaria situación de conflicto, en cambio, nuestro Yo Superior nos induce a mirar la situación en forma objetiva, en su real dimensión, evitándonos de esta forma crear una situación negativa, de la cual, sin duda, nos arrepentiríamos posteriormente.
Cuando Nuestro Señor Jesucristo nos enseña que “hay que volver a nacer” se refiere precisamente a que nuestro Yo Superior debe gobernar y dirigir a nuestro Yo Inferior.
Por lo tanto, apliquemos en nuestras propias vidas el conocido saludo rosacruz:”Que la rosa florezca sobre tu cruz”. La rosa es el Yo Superior y la cruz es el Yo Inferior.


QUE LA ROSA FLOREZCA SOBRE TU CRUZ